Se volvio a Bolivia, tan intespestivamente como habia venido. Tuvimos, con mi hermano, oportunidad de hablar de todo y no hablar de nada, como siempre. Anoche, mientras lo mirabamos al viejo dormido en su sillon, le dije: tenete una reserva de guita, por si... Entendió perfectamente.
El es así, "intempestivo", que es lo mismo que decir, cuidado, pensá bien lo que vas a decir en frente de él. Por eso es mejor manejarnos en un lenguaje en código, casi críptico, para evitar cualquier discordancia sémantica. O sea, mas que por hermanos, nos entendemos por locos.
También, intespestivamente, fue el lunes,que acordamos ir al cementerio a verla a la vieja. Quedamos en que seria el martes, se sumó, además, el viejo.
Ni bien fuimos a comprar unas flores en la puerta del cementerio, empezo a joder y a hablarle boludeces a un chico, que debe haber sido el nieto de la mujer que vendía. De pronto, estabamos él, yo, y el viejo, molestando y ahciendo bromas a la florista, al chico y a un hombre que estaba afirmado en la puerta, que lo unico que hacia era contestar con una risita nerviosa.
Si, de verdad, el viejo parecia un caudillo politico o un tipo de mala calaña, y yo y mi hermano dos guardaespaldas: muy mala facha los tres.
Al llegar al panteón, seguiamos hablando de cualquier cosa mientras arreglabamos las flores. De pronto hubo un ruido, o tal vez una mujer que entraba al panteón habló en voz alta, y quedamos los tres en silencio por varios minutos...
Yo, con mi manía de tristeza a cuestas, he sabido ir, solo, a verla a la vieja, a la Gorda, para ver si a cambio de unos claveles, me ayudaba a arrancar, al menos, una lágrima por Ella. Nunca pudo; o a lo mejor consideró que Ella no lo merecía.
Pero hay momentos, como este, que parece que uno los ha hurtado de alguna pelicula de cineclub, de esas que pasan por la television por cable despues de las cuatro de la mañana.
Hasta acá, hasta donde he llegado hoy, esas escenas, sobre todo algunas que protagonizo Ella, ante mi mirada impávida, me han hecho pensar que el destino me esta preparando, a pesar de los sinsabores, algo distinto. Cosas que no le suceden a cualquiera.
Aun así, esos tres silencios del martes fueron eso y algo mas, como recibir una reprimenda. Sin duda, el toque maestro de la Gorda para dejarnos mudos, para recordarnos que nos esta mirando. Y también que nos está esperando.
Y a mí, para hacerme saber que ella ya sabe Quien.